29 de abril de 2010

En la universidad


Hace ya un año y dos meses desde la última vez que escribí algo relacionado a la carrera.
Apliqué para entrar a la universidad, me dieron un folleto para estudiar de donde saldría mi examen de admisión y me prometí estudiaría pues se trataba de mi futuro y blah blah blah...

No estudié nada.

A la hora de coger el examen estaba muy asustada pues había ido con mi mentecita en blanco, como siempre, jugándome mi suerte. El examen estaba un poquito confuso pero nada del otro mundo.

A las dos semanas, a mis compañeros que también aplicaron en la misma universidad, les dieron los resultados de si aprobaron o no. Todos aprobaron. Pasaban los días y en la página virtual decía que ni siquiera era reconocida por el sistema. Llegué a llamar unas cinco veces al día a la universidad para que resolvieran mi problema. Estaba asustadísima pero ya me había decidido o sea, que iba a entrar a como de lugar.

Me decían que todo el mundo pasaba ese examen, cosa que veía incierta ya que yo tendría que ser el ñame más bruto de la bolita del mundo para ser la única que no hayan aceptado.
Como siempre, una fuerza mayor y sobrenatural dándome pequeñas lecciones de vida para que tome cabeza, me aplique y asuma responsabilidades.. bueno, eso analicé al momento.

Luego de que todos mis amigos estaban ya aceptados en la universidad, al mes me dieron la noticia. Pasé el examen!!! Estaba matriculada!! Luego hubo un día de inducción, nada emocionante.

Entré a la universidad un 3 de agosto del año 2OO9.


Mi primer día de clases fue tranquilo, no me hice grandes expectativas ni nada por el estilo. De mis amigas me encuentro completamente sola en la universidad, la mayoría del tiempo me sentía incómoda y en terreno desconocido. En mi primer trimestre solo tenía materias básicas.

Pude observar varios aspectos de la universidad que iban llamando mi atención, ahora que estoy allá pienso que la universidad es muy buena. Me gustan las aulas, tienen aire acondicionado, pizarras buenas y mesas cómodas. Todos los profesores que he conocido hasta el momento me han agradado y han sido buenos. Hay diversidad de personas y no hay una constante monotonía estática.

Todas mis materias en los primeros dos trimestres las pasé en A y B+, exceptuando Matemática I que como el 85% de los estudiantes de primer año, tuve que retirar. En mi segundo trimestre tuve una clase a las siete de la mañana. Okay, yo me acuesto a dormir a las dos y tres de la mañana ya sea viendo televisión, hablando por teléfono o en la computadora. En el colegio podía llegar tarde y zambullirme a clases. Me considero una persona nocturna pues prefiero dormir en el día. Yo intenté de verdad como dos veces acostarme temprano pero, demasiado difícil.

Me tocó una clase de Español II con un profesor donde pasadas las siete y diez de la mañana “no se podía entrar a su clase”. Yo nunca llegué antes de las siete y quince. A decir verdad, sé que lo vi tentado a echarme boches delante de la clase pero también noté y se hizo evidente que él no quería. Sólo unas dos veces de las veinte veces que llegué tarde me reclamó. Nunca cogí ni una clase entera de Español, siempre estaba rendida durmiendo.

Una vez, sentada en una silla en medio del curso al final, estaba en el quinto sueño mientras mi celular empezó a sonar. Yo, durmiendo, no lo escuchaba. El profesor me dio una mirada asesina y esperó hasta que me despertara para apagar el celular. Desperté por el silencio de todos, la bulla del celular y la tensión en el ambiente imposibles de no sentir. Balbucié un “perdón profe” y súper avergonzada apagué el celular (o eso pensé que hice). A los quince minutos de aquella situación, mi celular empezó a sonar de nuevo, quería que me tragara la tierra de la vergüenza y entre risitas nerviosas, le quité la batería.

No atendía a la clase ni nada y encima de, llegaba tarde pero sean cuales sean mis métodos, cumplía con mis asignaciones.
Al final del trimestre la materia apareció quemada con una “D”. Me sorprendí bastante a decir verdad, no quise hacerle perder el tiempo al profesor y no me sentí merecedora de pasar la materia, entonces decidí callarlo.

Tiempo después de esto, me encontré al profesor en el pasillo, le reclamé en forma de relajo que no me pasó la materia pues salió publicada en 69 y por un punto quedé en “D” y no en “C”, éste se asombró y me dijo que no, que la materia no estaba quemada. Luego de dos meses de aquello, el profesor muy amablemente me sugirió que fuéramos al área de Ciencias Básicas y pasé la materia en C :)

2 comentarios:

இலை Bohemia இலை dijo...

En cierto modo me siento identificada con estas palabras, parece que hay cosas que se deben hacer por decreto en el ambito social, aún cuando lo que vemos o percibimos no encaja con nuestra esencia...me gustó esta entrada...

Anónimo dijo...

No es por nada, pero ese profesor de español me recuerda a Matos😂