Me siento relativamente nueva, como si nací ayer. A veces me
vienen recuerdos de mis acciones pasadas y me atormentan, quisiera
haber cambiado antes o haberme lastimado menos pero, es un pensamiento que busco
dejar atrás. Recientemente una celebridad decidió vivir su vida de forma
honesta y ser quien siempre sintió que era al exponerse al mundo como se sentía
por dentro. Caitlyn Jenner ha servido de inspiración para muchos y admiro que
haya decidido amarse y expresarse como ella es a pesar de vivir una vida tan
pública. Yo por otro lado, no he sido sincera ni he tenido la valentía de ser
quién en verdad soy hasta el punto de presentarme como una persona simple,
tímida y retraída.
Toda mi vida me he sentido linda, me gusta bailar, cantar, la Actuación,
la Comunicación, la fotografía, los paisajes, los colores y todo lo relacionado
al mundo del arte. Siempre me he sentido como una gran estrella. Fue un golpe
muy duro para mí entender que la sociedad rechazaba personas de mi color y se
burlaban de las mujeres con mi peso. Todo lo que era como persona fue una burla
para quienes estaban supuestos a conocerme y aceptarme. Me deprimí, me rechacé,
me llené de asco por quién era y me encerré. Olvidé quién era si es que alguna
vez fui y no perseguí las cosas que me habían apasionado toda mi vida.
Intenté vivir la vida por lo que me ofrecía al momento
considerando que era un ser indeseable ante cualquier hombre y disminuido ante
cualquier mujer, entendí que debía estudiar para trabajar por el simple hecho
de ganar dinero. Decidí una carrera donde las personas eran supuestamente
exitosas de forma económica y un sitio donde el tiempo pasaba rápido, mi mundo
se volvió pequeño y mi corazón muy sensible.
A pesar de aislarme de lo que quería en la vida, intenté mantener
vivo mi sueño con clases de Teatro donde inclusive llegué a formar parte de una
de las presentaciones y actuar delante de un público. Desee que con el pasar de
los años disminuyera mi pasión pero nunca pude entumecer mi corazón. No tenía
identidad y todo se desmoronaba con el pasar de los años. De pronto el plan A no
parecía tan buena idea y seguir mis sueños, el cual era el plan Z, no se veía tan mal después de todo. Sé
que no soy un completo fenómeno y que todos tenemos nuestras virtudes y
defectos pero, no podía evitar sentir vergüenza por casi todo lo que era. Tenía mucho miedo, sentía que era mi propia piedra de tropiezo. Como si nada de lo
que hacía bastara para perdonarme y amarme lo suficiente como para no juzgarme
todo el día. Me sentía agotada de mí e injusta, luchaba conmigo misma en todos
los sentidos.
Al mirar atrás, hace casi 10 años, conocí el bullying en carne
propia. Recuerdo sentirme herida, denigrada, avergonzada y muy triste e
inconforme con la vida por ser quién era en aquel entonces. Ese año fue el peor
año de mi vida y las cosas que aprendí en ese período de tiempo aún tienen
secuelas y consecuencias en el día de hoy. A veces me molesto conmigo misma por
haber estado tan receptiva a toda esa crítica y esos ataques, mirarme al espejo
y creerme cada uno de ellos como si fuera mi verdad absoluta. En aquel entonces
se crearon demonios que aún me atacan hoy en día y he tenido que ser fuerte,
muy fuerte para luchar y no dejarme vencer por completo. Dios llenó mi vida de
luz y me bendijo con el amor más grande y puro que se pueda conocer, el amor de
madre, y con la luz de quienes siempre me han apoyado y aún a través del tiempo
permanecen a mi lado batallando muchas veces con más fuerzas que yo.
Decidí contar mi historia, siempre que hablo de esto siento que
recibo sanación. El hecho de que muchos de aquellos que alguna vez me hicieron
daño hoy día sean mis aliados, me da cierta validación de que no sólo yo
aprendí que yo era más que todo eso que desgraciadamente absorbí como identidad
sino también que me hace sentir gratitud y seguridad de que esta era una de las
historias de vida que papá Dios tenía preparada para mí y que Él siempre, como
nunca supe yo, supo que yo era más fuerte que las circunstancias y los momentos
que viví en aquel entonces.
Me llena el corazón saber que cuento con el apoyo de mi familia y
amigos en los proyectos personales que me he pautado. Saber que de verdad había
un plan maestro muy por encima de mis decisiones en tiempos pasados, me
encuentro a la espera del inicio de toda una nueva travesía en la meta de
cumplir mis sueños. Aún sigo trabajando en amarme tal cual soy, sentirme a gusto con
mi pasado y emocionada de mi futuro. Hoy día puedo decir que me siento feliz
con mi presente y a gusto en mi piel. Busco mirarme al espejo y no ver a un
caparazón de mujer sino una persona llena de defectos con el corazón en la mano
aprendiendo día a día a quererse y a
aceptarse como es. Mi meta es llegar al punto donde me sienta tan cómoda
conmigo misma que no necesite la aprobación silente de nadie para nada de lo
que haga o deje de hacer y no verme afectada por la opinión de los demás sino más
bien ser capaz de vivir bajo mis propios términos en cuanto a mi persona.
Cuando ese día llegue entonces podré decir no sólo que soy feliz sino también
que soy libre.